(Metro guardado en la Universidad Complutense de Madrid)
Si os preguntaran: ¿qué es un metro? Seguro que a más de uno de vosotros no se le ocurriría por dónde empezar a explicarlo. Algún otro quizás se aventurase a decir, sin mucha convicción, que un metro es una cosa ni demasiado grande ni demasiado pequeña que sirve para medir.
Y es posible que los demás os rierais con una definición tan chapucera…
O quizás no sea tan chapucera… Desde luego, habría mejorado mucho si vuestro compañero la hubiera completado más o menos así: un metro es una cosa ni demasiado grande ni demasiado pequeña que sirve para medir longitudes, es decir, distancias.
Y es que justamente esa es la idea que tenían en mente los científicos de la Revolución Francesa cuando pretendían cambiar el sistema de medidas de la época para hacerlo un poco más sencillo y lo más universal posible.
Por aquel entonces cada país, y prácticamente cada ciudad y cada pueblo, tenía su propio sistema de medidas; un sistema de medidas que dejaba de ser válido y se volvía inútil cuando te desplazabas a otro país o, muchas veces, simplemente a otra localidad.
Los comerciantes ya habían inventado una cosa ni demasiado grande ni demasiado pequeña que servía para medir longitudes. Ese instrumento “maravilloso” era la “vara de medir”. Así, podíamos comprar 2 varas de tela para hacernos un vestido o tres varas y media de cuerda para atar a una vaca.
El problema surgía cuando la “vara de medir” de una localidad no era exactamente de la misma longitud que la vara de la localidad de al lado. Es decir, la vara no era una unidad de medida universal.
Pues bien, esto es lo que buscaban los científicos de la Revolución Francesa, una vara igual en todas partes, una “vara de medir” universal.
Y se pusieron manos a la obra. Para ello necesitaban encontrar alguna cosa en la Naturaleza que se pudiera medir y que no cambiara con el paso del tiempo. Fue entonces cuando tuvieron la idea de medir la distancia que hay desde el ecuador hasta el Polo Norte siguiendo un meridiano (esas líneas imaginarias que rodean la Tierra pasando por los polos).
Claro, esa es una distancia muy grande, por lo que era necesaria dividirla en “trocitos” más pequeños (recordad, algo ni demasiado grande ni demasiado pequeño…), en trocitos de un tamaño más parecido a las varas que se utilizaban en los mercados.
Así que, ¿en cuántas partes se debería dividir esa distancia tan grande que hay entre el ecuador y el Polo Norte? ¿En 10 partes, en 100 partes, en 1.000 partes…? A los científicos siempre les ha gustado que las cosas vayan de 10 en 10, porque de esta forma los cálculos siempre son más fáciles (por cierto, eso ya sabéis que se debe a que son 10 los dedos que tenemos en nuestras manos…)
Sigamos dividiendo, porque los trozos todavía salen demasiado grandes. ¿En 10.000 partes iguales, en 100.000 partes iguales? Aún demasiado grandes. ¿En un millón de partes, en diez millones de partes…?
¡Eureka! habría dicho Arquímedes. ¡Al dividir la distancia del ecuador al polo en 10 millones de partes, salían unos “trocitos” muy parecidos a las varas de medir que se utilizaban entonces!
Acababan de inventar el “metro”, una unidad para medir longitudes del tamaño adecuado, ni demasiado grande ni demasiado pequeña.
Ahora ya solo quedaba fabricar una vara de ese tamaño exacto, hacer copias idénticas de ella y repartirlas por todo el mundo; bueno, por todos aquellos países a los que les gustó la idea de tener una medida de longitud universal.
Se pusieron entonces a la tarea: fabricaron una barra hecha de platino y la guardaron, muy bien protegida, en París. A partir de ese momento, todas las naciones que quisieran utilizar el metro solo tenían que enviar un emisario a la capital francesa para que les hicieran una barra idéntica con la que regresar a sus países.
En resumen, si medimos la distancia del ecuador hasta el Polo Norte por uno de sus meridianos y la dividimos en 10 millones de partes iguales, cada una de ellas será un metro.
Es decir: un metro es una unidad de longitud que equivale a la diezmillonésima parte de la distancia que hay entre el ecuador y el polo.
También lo podemos explicar al revés: si un día decides ir, siguiendo un meridiano, desde el ecuador hasta el Polo Norte, habrás recorrido 10 millones de metros, o lo que es lo mismo, 10.000 kilómetros.
Bueno, en realidad serían 10 millones de metros exactos si nuestro planeta fuese una esfera perfecta; como no lo es, pues entonces hay una pequeña diferencia que hizo que años más tarde se cambiase la definición del metro.
Pero eso es ya otra historia y la dejaremos para otro momento.
Nacho la verdad es que si.
ResponderEliminarFátima.
Hola como dice Fátima la verdad es que si. Este texto es muy interesante y me ha gustado mucho
ResponderEliminarHola, este texto es interesante y curioso, solo que es un poco lioso.
ResponderEliminarNacho ya veo que no has vuelto ha poner nada de matemática, ni ningún resumen ni nada.
ResponderEliminaraaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyhhhhhhh
Me interesaba bastante la verdad.